Los carbohidratos son nutrientes no esenciales para perros y gatos: no es indispensable que los obtengan con la dieta sino que ellos mismos pueden sintetizar glucosa, el azúcar que sirve de combustible para realizar la mayoría de funciones corporales, a partir de proteínas y grasas, en un proceso llamado gluconeogénesis. No obstante, que los carbohidratos no sean indispensables no implica que sean inadecuados para la nutrición de perros y gatos o que no puedan ser utilizados por estos animales. Los perros son clasificados como animales omnívoros, de hecho, se ha demostrado que la adquisición de la capacidad de digerir dietas ricas en almidón fue un aspecto clave en la domesticación de estos animales a partir de su ancestro el lobo (Axelsson et al., 2013). Con relación a los gatos, a pesar de que sí son considerados animales carnívoros, pues necesitan adquirir ciertos nutrientes esenciales a partir de alimentos de origen animal (i.e., taurina, arginina, vitamina A, vitamina B3), también tienen la capacidad de digerir y utilizar de forma eficiente los carbohidratos (De-Oliveira et al., 2008). Así, se considera que un aporte moderado de carbohidratos en la dieta de perros y gatos tiene efectos positivos ya que posibilita un uso más eficiente de las proteínas, al no tener que destinar una parte de las mismas a la obtención de energía.
Existe la creencia de que el consumo de una dieta rica en carbohidratos puede provocar obesidad o diabetes a largo plazo, especialmente en gatos; no obstante, actualmente no hay evidencias científicas que lo demuestren. La obesidad aparece cuando un animal ingiere más calorías de las que necesita, independientemente de cuál sea el nutriente del que provengan esas calorías (carbohidratos, proteínas o grasas). Respecto a la diabetes, algunos estudios han confirmado que, en gatos sanos, no hay un efecto negativo de una elevada ingesta de carbohidratos ni en la concentración de glucosa en sangre ni en la sensibilidad a la insulina (Thiess et al., 2004). Lo que sí se ha podido comprobar es que las dietas bajas en carbohidratos pueden ser beneficiosas en aquellos gatos que ya han desarrollado diabetes previamente, mejorando el control de la glucemia y reduciendo la necesidad de administrar insulina exógena (Bennett et al., 2006).
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